General Escuchar artículo

Infancia, ego y poder: los traumas que impactaron en sus formas de gobernar

Un informe compara la juventud de Javier Milei, Donald Trump y Giorgia Meloni, revelando similitudes clave en sus infancias, vínculos familiares y formación de liderazgo.

Si analizamos las trayectorias personales de tres figuras políticas contemporáneas que marcaron un giro en la política mundial: Javier Milei, presidente de Argentina; Donald Trump, expresidente de Estados Unidos; y Giorgia Meloni, actual primera ministra de Italia; y pese a las diferencias culturales, los tres comparten patrones similares en su crianza y desarrollo juvenil que permiten entender mejor su visión del poder, el liderazgo y la confrontación.

Infancias marcadas por conflictos familiares

En los tres casos, la relación con la figura paterna fue determinante. Javier Milei, criado en una familia de clase media en Buenos Aires, atravesó una ruptura total con su padre, a quien acusó de violencia y del que se distanció durante años. Donald Trump, por su parte, creció bajo la fuerte impronta de un padre magnate, autoritario y exigente, que modeló su ambición, pero también su necesidad de sobresalir. En el caso de Giorgia Meloni, el abandono de su padre cuando era niña dejó una huella profunda: fue criada por su madre en un hogar de clase trabajadora, desarrollando una personalidad fuerte y autosuficiente.

La construcción de un liderazgo propio

Más allá de sus contextos sociales y educativos, los tres compartieron una idea central: no depender emocionalmente del entorno familiar para su desarrollo personal. Cada uno se forjó una identidad fuerte, con discursos y proyectos políticos que apelan al "yo auténtico", la superación personal y la ruptura con lo establecido.

Además, en sus juventudes la educación, la lectura y el pensamiento crítico jugaron un rol clave como herramientas de empoderamiento. Todos valoraron el conocimiento como vía para construir sus ideas, narrativas y formas de liderazgo.

Tres caminos, una raíz común

Desde la psicología, autores como Sigmund Freud, Carl Jung y John Bowlby coinciden en que las experiencias tempranas con las figuras parentales moldean profundamente la personalidad adulta. Freud señalaba que los conflictos no resueltos con los padres pueden reaparecer en la vida adulta como pulsiones de poder o rebeldía. Jung, por su parte, sostenía que el proceso de individuación —la construcción del “sí mismo” auténtico— suele implicar una ruptura simbólica con el entorno familiar. Bowlby, desde la teoría del apego, advierte que la ausencia o disfunción de los vínculos tempranos puede generar mecanismos de defensa que derivan en personalidades autosuficientes, desconfiadas o altamente determinadas.

Desde una perspectiva psicológica crítica, los conflictos no resueltos en la infancia y la adolescencia no solo forjan personalidades fuertes, sino que también pueden generar líderes con dificultades para gestionar el disenso, intolerancia a la crítica y necesidad constante de validación externa. La falta de vínculos afectivos estables en su desarrollo temprano podría haber reforzado una visión del mundo binaria, donde la disidencia se vive como amenaza y no como parte del juego democrático. En sus gestiones, esta tendencia se traduce en políticas personalistas, confrontación institucional y una retórica que prioriza el “yo contra el sistema”, debilitando los espacios de diálogo y construcción colectiva.

Comentarios
Volver arriba